El camino recorrido por los helicópteros de combate, desde su primera aparición en la guerra de Corea, ha sido largo. El helicóptero, después de haber pasado por diversas experiencias bélicas, posee actualmente equipos ópticos y electrónicos avanzados, está dotado de una amplia gama de armas, que van desde la ametralladora a los mortíferos misiles contracarro dirigidos, e incluso puede ser acorazado para aumentar su capacidad de supervivencia. Por cuestiones de aerodinámica, de tensión de las estructuras y de resistencia de las partes metálicas sometidas a cargas oscilantes, pasó mucho tiempo antes de que los helicópteros adquiriesen la operatividad necesaria para llevar a cabo misiones verdaderamente rentables. Todavía hoy subsisten ciertas limitaciones a causa de las cuales los mejores helicópteros sólo pueden alcanzar una velocidad muy inferior a la de los aviones de potencia y tamaño similares, son en general más vulnerables y pagan primas de seguro mucho más altas. Pero, al mismo tiempo, el helicóptero presenta una combinación de maniobrabilidad y de aptitud para el vuelo estacionario que lo convierte en el único vehículo creado por el hombre verdaderamente capaz de volar como los pájaros y los insectos. Y ello ha permitido que las aplicaciones bélicas de los helicópteros armados sean cada vez más vanadas.
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