Cuando Hitler decidió subyugar Europa, la misión de la Luftwaffe se limitaba a proporcionar apoyo aéreo al ejército alemán, con muy escaso énfasis en la utilización de bombarderos estratégicos, ya que los planes de creación de una fuerza semejante habían sido abandonados en 1937. La guerra civil española pareció demostrar a los ojos de los expertos militares alemanes e italianos la validez de la aviación táctica, a pesar de ios excelentes resultados obtenidos por la Aviación Legionaria de las Baleares, que llevó a cabo una limitada campaña de interdicción del tráfico marítimo y de bombardeo estratégico de la retaguardia republicana Así, en el momento del estallido del conflicto mundial, el 1 de septiembre de 1939, el arma de bombardeo de la Luftwaffe disponía sólo de buenos bombarderos medios (los Dornier Do 17, Heinkel He 111 y Junkers Ju 88) considerados adecuados para el teatro de operaciones europeo en la tarea de destruir la resistencia enemiga en menos de tres años. La RAF británica, por su parte, tradicionalmente partidaria de los bombarderos, entró en la guerra con un trío de bombarderos medios-pesados (los Vickers Wellington) en los que se había dado prioridad al alcance, contemplando la posibilidad de alguna misión estratégica.
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