Los italianos fueron los primeros en introducir lo que se podría definir como subfusil. Se trata del Villar Perosa, que, aun cuando se cita con frecuencia como el primer subfusil, en muchos aspectos no era de utilidad, ya que sólo se usaba como ametralladora ligera. El primer auténtico ejemplo del arma que debía definirse como subfusil o mosquetón automático fue el alemán MP18, que apareció en el frente en 1918 y constituye todavía el mejor ejemplo de todas las características propias de un arma automática individual. El MP18 empleaba el cartucho Parabellum de 9 x 19 mm que en los años sucesivos se adoptó para la mayoría de estas armas. El uso de un cartucho de pistola reforzado permitía también la aplicación de un principio funcional empleado hacía tiempo en las pistolas automáticas, es decir, la aplicación directa de la fuerza de retroceso con cierre de masas no bloqueado (blow-black).
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